Antonio Aguilera / @gaaelico
Todo hace indicar que el gobernador Salvador Jara no leyó el manual del buen priísta que escribió el sempiterno ideólogo de ese partido, Jesús Reyes Heroles, quien dejara para la posteridad frases que legaron escuela del pragmatismo político en México, como aquellas célebres frases: “No pueden vencer aquellos incapaces de convencer”, “Flotar no es gobernar”, o la mítica «En política, la forma es fondo».
Esto sale a colación porque ya en pleno proceso electoral, y más de 100 días después de su ungimiento cupular como titular del Ejecutivo, al gobernador le salió confesar que es “priísta, peñista y ceneopista”, y sin el menor recato asiste a eventos partidistas en plena semana laboral, en horarios de trabajo, y colgando la investidura de gobernador en el perchero, se pone el traje partidista.
Habrá que recordarle al primer peñista del estado (o tal vez el segundo, a no ser que el comisionado Castillo reclame otro título nobiliario) que su arribo al poder ejecutivo estatal fue algo poco menos que fortuito, que Castillo pretendía imponer al jalisciense Carlos Hugo Castellanos, y que a los priístas se les hacía bolas el engrudo, después de la irresponsable renuncia de Fausto Vallejo al cargo.
También hay que recordarle al ex rector (cargo al que por cierto llegó por la aquiescencia del ex gobernador perredista Leonel Godoy) que su arribo al poder tampoco es producto de una decisión popular, tal vez sea por eso que exprese su lealtad a Peña antes que a los michoacanos.
Hay que añadir también que el PRI no llegó al poder de forma “legítima”, como lo asegura, ya que la tutoteca e infinidad de pruebas más dan cuenta que en muchos casos la delincuencia coaccionó el voto en favor del PRI e inhibió a los votantes y hasta candidatos del PAN y del PRD.
Porque si cómo el nuevo militante del PRI dice, que los votos fueron “limpios y legítimos”, entonces Jesús Reyna seguiría campante, o Fausto Vallejo no hubiera renunciado por la intoxicación del “gerber”. En cambio, la realidad, la opinión pública y la verdad es otra.
Es probable que el gobernador Jara esté siendo presionado por el Commendatore mexiquense, o tal vez se trate de un sentimiento legítimo, de una expresión abierta del gobernador al abrazar de forma cándida una representación política, un esbozo de agradecimiento por el poder legado de parte del presidente.
Esta manifestación nos recuerda un poco a Juan Vargas, quien a ciegas asume la alcaldía de San Pedro de los Saguaros, y literalmente construyendo Castillos en el aire, arriba al malogrado pueblo con la convicción de: “Me envía el presidente Miguel Alemán a traer la modernidad y la justicia social al pueblo”.
Y resulta que realmente Juan Vargas quiere trabajar realmente por ello. Pero al ver que es abandonado a su suerte, sin presupuesto ni condiciones para llevarlo a cabo, sólo le entregan una pistola y la Constitución, acabará aceptando (y beneficiándose) de las reglas del juego institucional.
Hay que recordar que el único legado de Juan Vargas a San Pedro de los Saguaros fue la instalación del primer poste de luz en el pueblo, al que paradójicamente nunca llegó la luz.
Aún no sabemos si Michoacán es San Pedro de los Saguaros, y si realmente el dúo Jara-Castillo legará modernidad y justicia social, pero hasta el momento no se ha instalado ese poste de luz, que represente la obra mediante la cual los michoacanos tendremos que agradecerle a Peña Nieto.
Muy probablemente el PRI pierda las elecciones en el 2015 (si la alquimia electoral priísta no dice lo contrario), pero el PRI estatal ya puede darse por satisfecho con la adquisición del nuevo militante entre sus filas.