3 de noviembre de 2022. – El jolgorio multicolor que a principios de semana inundó plazas y calles por la conmemoración del Día de Muertos, este jueves choca de frente con la brutal realidad: mujeres acompañadas de algunos hombres marchan por la avenida principal de Morelia, sus pasos, sus voces, recuerdan que en los feminicidios la muerte viste sus ropajes más oscuros, que su halo desgarra, y que en sus dentadas la magia no suele hacerse presente.
No es el papel picado, ni el recitar de calaveritas lo que hoy acompaña la memoria, es la manta y la consigna para recordar a quienes, la muerte, les destinó su rostro más sombrío por el hecho de ser mujeres.
Es el Día de Luto por las Mujeres Víctimas de Feminicidio, día de fúnebre marcha por la memoria, por no olvidar, por recordar que la muerte en los feminicidios suele ir de la mano de la impunidad, de un tortuoso caminar por la justicia para los dolientes, para quienes entre Ministerios Públicos y juzgados ven prolongar la dolencia y ahondar la indignación, la impotencia.
“Con ropa, sin ropa, ¡mi cuerpo no se toca!”, retumba el grito entre los muros de cantera de casonas y negocios que flanquean el pavimento de la Avenida Madero, en el fondo se escuchan los claxonazos de conductores frenéticos e indignados por no tener paso, impacientes y ajenos del dolor que a unos cuantos metros, recorre la calle principal de la ciudad.
El contingente es modesto, pero su voz contundente: “con falda o pantalón ¡respétanos, cabrón!”.
Valentina, Jessica, Fernanda, Nilda, Sofía, Samanta, Violeta, Rubí, Joselyn,
Lupita, Marijo, Gaby, Adriana, Erika, Maribel, y tantos nombres más brotan de los labios indignados por su ausencia, por la aberración de sus muertes, bien lo dice la consigna: no estamos todas, nos faltan ellas.
Pero a la muerte no la compensa nada, no hay justicia en la justicia cuando ésta llega a asomarse, a musitar alguna sentencia. Y si, en los feminicidios la única certeza suele ser que, la muerte, es siempre irremediable.