Opinión 3.0


Los sabios de LinkedIn 

Les cuento una historia.

Hace varios años que he dejado de creer fielmente en las plataformas digitales, las uso, pero ya no creo que sean indispensables para el crecimiento y apertura del conocimiento. Desde hace un par de años decidí dejar de publicar mi vida laboral como lo hacía antes, de opinar, de proponer nuevas ideas, de debatir.

En cada plataforma (antes redes sociales), dejé de hacer el concepto que le correspondía. Por ejemplo, en Twitter, el micro blogging ya no es lo mismo que antes, la calumnia, la emisión de juicios sin sustento y donde todo mundo “sabe de todo”, me ha alejado.

En LinkedIn, y es donde me quiero centrar en esta historia, ha pasado algo diferente, pero de fondo lo mismo. La mentira, se calcula, según un reciente estudio de la empresa Carreer Builder, que el 75% de los Currículos en LinkedIn contienen mentiras. Además de que se ha vuelto una plataforma de vanidad y narcisismo. Se publica el trabajo como forma de presunción, no como método para compartir, adquirir más ideas, confrontar pensamientos o desde su origen, buscar una mejora laboral.

La Red que inició para conectarse entre profesionales, buscar empleo y adquirir el mejor talento, nació en el 2003 en Moutain View, California; aunque había sido concebida desde 1993, su fundador, David Hoffman la materializó. En el 2016 fue vendida a Microsoft por 26 mil 200 millones de dólares. Ese es el valor de la data del empleo, networking y los puestos.

La red a nivel global tiene 580 millones de usuarios. En México hay casi 13 millones de usuarios. Un número nada despreciable,  si consideramos que en el empleo formal, solo hay 40 millones de personas.

El Experimento

Hace cinco años empecé a estudiar sociología y antropología social, como complemento para mi carrera en el marketing, entretenimiento y gestión de empresas. Por lo tanto, he tenido que generar experimentos para desarrollar conocimiento. Por ello, en LinkedIn decidí, hace dos años y medio, no publicar mis puestos de trabajo, ni mis actividades, metas cumplidas, logros, ni estudios que he realizado. El resultado ha sido asombroso.

La Nomofobia

LindkeIn tiene la función de ver quién se ha metido a tu perfil. Esta herramienta fue creada para la interacción en la búsqueda y contratación de empleo, pero ante la degradación de las redes, hoy es fundamental para la seguridad, evitar acoso y demás delitos.

Resulta que desde que no anuncio mis trabajos, o no publico los logros, personas que sé, no soy de su agrado, que me han criticado, que hablan mal de mí, son continuos visitantes de mi perfil. A esto se le conoce como ansiedad digital, que es un síntoma de lo que los psicólogos han catalogado como la nomofobia, que provoca un sentimiento de que estamos fracasando y el miedo se apodera de nosotros, a través de la adicción al móvil y sus aplicaciones.

Al no ser exitosos, o por lo menos no satisfechos con la vida propia, la frustración se refleja en criticar vía digital a otro. Esta especie de ansiedad-estrés se deriva de estar continuamente afectando a otras personas, pero solo por plataformas digitales. No se crea contenido, no se propone, solo se trata de destruir y se traduce en problemas como nomofobia.

A mi no me interesa qué hacen, pero al parecer para ellos soy importante. El experimento es como llevar miel a las abejas. Hace unos meses,  adrede, publiqué en Twitter algunas actividades de trabajo, sin decir mayores datos. Comprobé lo que suponía, ese mismo día, tres personas de las que les cuento y que sé me siguen en esta plataforma, fueron a mi página de LinkedIn, para ver si ya había anunciado qué hago, es decir, el precepto de la economía de la atención, que en otra ocasión ampliaré, se cumple.

Hoy es más importante la emoción, aunque sea negativa, el deseo de criticar y fastidiar, que el ocuparse del tiempo en la productividad individual. De ahí el auge de las fake news, por ejemplo.

En palabras simples, he provocado en las personas que sé no les agrado, una ansiedad al no saber a qué específicamente me dedico. Dentro de la industria del deporte y los negocios, es emocionante ser importante, aunque sea para personas poco valiosas.

 

Head Hunters

Otro resultado de esta idea, de no publicar en LinkedIn, es con los buscadores de talento, mejor conocidos como Head Hunters. Primero quiero agradecer a estas personas que amablemente me han buscado para oportunidades laborales.

En estos más de dos años de silencio digital, la pregunta ha sido la misma, ¿por qué no estás trabajando? Mi sarcasmo como forma de vida, me lleva a decirles que vivo de mis millones. Pues los Head Hunter´s dan por hecho que no he laborado por la simple razón de ¡¡¡No publicarlo en LinkedIn!!!

Después de la risa, viene la reflexión. Estos han sido años de mucha productividad, de mucho trabajo, pero al parecer resulta que si no lo publicas no pasó. Es la tendencia lógica de esta segunda era digital. Más que nunca se cree lo que se ve o se juzga desde nuestro sesgo cognitivo y emocional. No desde la verificación y la comprobación natural.

En una de esas llamadas, se me ocurrió dar la explicación de por qué he dejado de poner mis puestos de trabajo y nuevos estudios. La reclutadora creo que no me entendió y fue tajante, me dijo que si tenía forma de comprobar que yo he trabajado esos dos años. Entiendo que mentir en LinkedIn es muy fácil y común, incluso me ha pasado, he contratado profesionales que no tienen las habilidades que dicen tener. Pero de eso, a que LinkedIn sea el DIOS de la comprobación del trabajo ya es una exageración. Parece que es una enfermedad, más que una herramienta para las metas laborales.

 

La Comprobación

Continuamente tengo el honor de que periodistas de distintos medios me piden mi opinión y reflexión sobre temas de la industria deportiva o la mercadotecnia digital. A varios tengo el gusto de conocer desde hace más de 25 años.

Este caso es con uno de la nueva generación, este buen reportero, me ha pedido varias veces mi opinión, la última vez, fue sobre un tema particular del negocio de la Fórmula 1. Al periodista lo conocí el día que fundamos la LIGA MX, fue quien mejores preguntas hizo en la rueda de prensa de aquel día. Pues resulta que le encargaron un reportaje, muy positivo, por cierto, de cómo han crecido los negocios deportivos en México. En el párrafo que me dedica, puso mi trayectoria y se aventó la frase de que ya me había retirado. Sí, yo también hice esa expresión de ¡¡¡What!!!

Durante varios años me ha consultado, incluso felicitado por cumpleaños, tiene mi número de WhatsApp, correo, etc. Pero en esta ocasión no me preguntó. ¿Qué hizo? Sí, fue a LinkedIn y se convirtió en parte de este experimento, que sigue comprobando tantas cosas de la era digital y la sobrevaluación que le tenemos. Y creer que una persona es por lo que pone en sus redes. Dejando atrás que somos más que unas simples apps.

 

Los “Expertos”

Otra triste realidad de LinkedIn es la creación de experiencias falsas y especialidades inexistentes. Ahora han nacido expertos para cada área del conocimiento, pero nada más alejado de la realidad.

Resulta que los algoritmos en su parte obscura, que es muy amplia, pueden llevar a una persona a opinar, a conseguir trabajos y contratos, de áreas en que carecen de la experiencia o de plano del conocimiento total.

Ejemplos cientos, literalmente, pero les platico de uno. Y es de doble sentido la función errónea en el uso de LinkedIn. ¿Por qué de doble sentido? Porque tanto emisor, es decir el supuesto “experto”, usa LinkedIn para aparentar, mientras que el investigador, periodista o reclutador, cree en lo que ve, sin reparar en verdaderamente comprobar.

LinkedIn funciona como las demás plataformas, usando algoritmos que nos llevan a una visión acotada de la realidad, que se guían solo por lo que nos gusta, no por lo que nos desagrada, solo nos da la información que hemos aceptado que nos reconforta, nunca la que nos reta o es opuesta a nuestra forma de pensamiento.

Si yo pongo en la búsqueda las palabras “patrocinios deportivos”, me aparecerán aquellas personas que se dedican, tienen estudios, o afición por esta práctica, aunque es muy aleatoria, si le agrego la palabra experto, el resultado es lamentable.

En el uso de este experimento noté que hay varias personas que opinan y que se catalogan como profesional de gran experiencia, pero haciendo uso del conocimiento de la manipulación digital, descubres la terrible realidad.

El problema es el engaño. Leyendo el portal de uno de los medios más grandes del país, me encuentro un reportaje sobre venta de boletos en el futbol mexicano. Al leerlo veo que el “experto” no se me hacía conocido, la industria deportiva es muy pequeña y me causó curiosidad. Obvio, ¿a dónde fui?, sí es correcto, a LinkedIn. Resulta que el opinador, nunca había vendido un solo boleto en su vida, al parecer ni en la kermesse de la prepa para el registro civil.

No contaba con experiencia en clubes, ligas, federaciones o empresas boleteras. Pero sí contaba con conocimientos del uso digital y la manipulación del algoritmo.

Ejemplo. Si yo me propongo ser un experto en construcción de puentes, por lo menos en LinkedIn, lo voy a lograr.

Primero pongo palabras clave, experto, especialista, etc., después uso las key word clave que me generen aparecer en las búsquedas de Google y LinkedIn y aparecer en la parte top, posteriormente hago contenidos copiando textos, o subo fotos que, sin mayor contenido, solo pongo las palabras previamente escogidas. Le sumo a mi Currículo estudios en Ingeniería y además opinión en los feeds de los verdaderos expertos, ya sea como crítica o felicitando, eso genera que la “inteligencia” artificial de las redes me ponga como miembro de un club de expertos en construir puentes. Listo. ¿Qué pasa después? Desde peticiones para cotizar una obra hasta periodistas buscando la opinión.

De la misma manera con el personaje que vertía aguda visión sobre cómo se deberían vender boletos para el futbol. Su opinión parecía que lleva años lidiando con temas de precios, preferencias de los fans, costos, peleas por el mercado del entretenimiento. Además de la inconsistencia obvia en sus conceptos, lo peor es que el artículo solo decía “en voz del experto”. Pero la pregunta, ¿por qué en un medio tan importante le pedía su opinión? Simple, porque no hay rigor. La máxima de Goebbels, repite una mentira mil veces y será verdad. En las redes solo necesitas poner hashtags.

Conozco por lo menos a tres personas que sí son autoridad en el tema y que llevan años trabajando, su error es no tener un LinkedIn bien armado. No aparecieron en la precaria investigación del reportero.

Si yo digo por unos meses que soy experto, lo seré. ¿Por qué? Porque a nadie le va a interesar saber si lo soy, requiere ir al pasado y en México lo que menos importa es reconocer la trayectoria de las personas. El reportero es víctima de una enfermedad que daña a la sociedad. La opinión es un derecho, en las redes sociales suele ser una estupidez.

Las plataformas digitales nos llevan a la esquizofrenia del aquí y el ahora. Que inhibe reconocer e indagar las verdades detrás de un perfil de las otrora redes sociales

Bueno, pues esta historia es la que quería compartirles. Aún no decido cuando volveré a actualizar mis actividades labores y nuevos estudios en LinkedIn. El trabajo final de este experimento, que va por la sociología, lo publicaré más adelante.

Por ahora, no se fíen de lo que ven en redes. Pero oye, ¿me pasas tú LinkedIn?

 

PD. También a mi perfil se meten las ex novias. Oigan, ¿qué es lo que realmente están buscando?…

14 enero, 2022
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