Con más pena que gloria, este cuatro de marzo el Partido Revolucionario Institucional arriba a sus 90 años de vida, sumergido en la debacle electoral, afectado por los escándalos de corrupción, desacreditado públicamente por el mal funcionamiento de sus gobiernos, y con una renovación acusada de simulación por la militancia ya que perpetúa el estado de las cosas a su interior.
Los priistas parecen no reaccionar luego de transcurridos ocho meses de la elección en la que perdieran si no todo, si gran parte de su capital político en México.
En 2018 en el marco de las elecciones presidenciales, múltiples encuestas y estudios de opinión llevaban al PRI en la delantera cuando se preguntaba a los ciudadanos por qué partido nunca votaría en la vida: periódico Reforma 50%, periódico el Universal 50%, encuestadora Mendoza Blanco y Asociados 59%, y Mitofsky 62%.
Para 2018 los priistas obtuvieron el porcentaje de votación más bajo en su historia en una elección presidencial; José Antonio Meade se quedaría apenas con el 16.41 de los votos.
Enrique Peña Nieto obtuvo el 38.2% cuando ganó la presidencia en 2012; Roberto Madrazo se quedó en 2006 con el 22.03%; Francisco Labastida Ochoa obtuvo 36.11%; Ernesto Zedillo, 48.69%; Carlos Salinas de Gortari, 48.93%; y Miguel de la Madrid Hurtado, 70.99%.
Desde que en 1989 la hegemonía priista en las gubernaturas estatales sufrió su primera fisura al perder en Baja California, la grieta fue ensanchándose de tal manera que, en un periodo de 30 años los tricolores pasaron de ser gobierno en todos los estados de la República, a tan sólo 12.
En 1989 el PRI tenía las 32 gubernaturas que, para 1990 fueron 31; en 1992 sumaban 30, y en 1993 eran 29; durante 1996 ascendían a 28 los estados tricolores que, en 1998 ya sólo eran 26 y en 1999, 24. Entre el 2001 y 2008 las gubernaturas priistas no superaban la veintena, lo que logró repuntar el tricolor en el periodo de 2009 a 2016.
Para 2017 la picada tricolor se tornaría más aguda, ese año al contar sólo con 15 gubernaturas que al siguiente año se convirtieron en 14, y para este 2019 apenas si suman las 12.
Cuatro son los estados que permanecen como bastiones priistas al no haberse registrado hasta el momento alternancia alguna en la gubernatura: Coahuila, Colima, Estado de México e Hidalgo.
En el caso de Michoacán, tras las elecciones de 2001 los priistas quedaron fuera de la titularidad del Ejecutivo del Estado, situación que se prolongó hasta 2012 cuando Fausto Vallejo gana las elecciones. Pero más tardó el PRI en subir que en bajar, ya que tras la crisis política y social sufrida en la entidad durante el gobierno vallejista, para 2015 los electores optarían por mantener a los priistas fuera de la gubernatura.
Aunque Enrique Peña Nieto dio mucho de qué hablar como presidente por temas de corrupción, fueron los gobernadores tricolores los primeros en alzar la mano y ser evidenciados por las irregularidades y quebrantos en su función pública.
Para 2017 sumaban 22 gobernadores y exgobernadores tricolores señalados por irregularidades financieras, corrupción, vínculos con la delincuencia, entre otros; algunos de ellos detenidos, otros a la espera de que se resuelvan sus procesos.
Los casos más sonados son el de César Duarte Jáquez, en Chihuahua; Javier Duarte de Ochoa, Veracruz; Eugenio Hernández Flores, de Tamaulipas; Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo; y Tomás Yarrington, de Tamaulipas.
De contar con pleno control de la Cámara de Diputados Federal, el PRI hoy ni siquiera es de los llamados partidos bisagra, pues no cuenta con la cantidad de curules suficientes para convertirse en factor que incline numéricamente las votaciones hacia uno u otro lado.
En la LVI Legislatura federal que abarcó de 1994 a 1997, los tricolores contaban con 300 diputados, que para la LVII pasaron a 239. La segunda baja significativa de curules federales el PRI la sufrió en 2006, al pasar de 203 a 106.
Pero sin duda la pérdida más significativa de diputados federales, la sufrieron los priistas el año pasado.
Luego de haber repuntado posiciones, los tricolores lograron en la LXIII Legislatura acumular un total de 205 diputados federales, que para 2018 se reducirían estrepitosamente a 47 dentro de la LXIV Legislatura.
También dentro del Congreso local la crisis tricolor resulta evidente, a tal punto que nunca en su historia el PRI se había quedado sin diputados de mayoría relativa como ahora, y el número de legisladores jamás fue tan reducido como hoy con cinco.