Sanjuana Martínez / @SanjuanaMtz
Tepalcatepec, Michoacán.- Sus batas de médico están colgadas en el closet. Hace quince meses decidió cambiar su estetoscopio por un rifle de alto poder. Las fotografías familiares lucen apiladas en una esquina, llenas de polvo; los recuerdos afectivos en los cajones y los restos de su apacible vida anterior quedó suspendida en el tiempo. El pasado, su consultorio en el Centro de Salud, las risas de sus cuatro hijos, la comida casera de su esposa, eso que llaman, calor de hogar, es sólo una evocación cada vez más lejana ubicada en las antípodas de su presente frenético. Aquí sólo quedan él, sus escoltas y los mangos tirados por el suelo de un frondoso árbol que ya nadie atiende.
En la mesa de la entrada, una cuerno de chivo, tres AR-15, algunas pistolas 9 milímetros, fusiles deportivos para cazar y otras armas estratégicamente colocadas. Al fondo, una caja llena de medicinas para atender a la tropa. Desde hace una semana, cualquier ruido provoca sobresaltos. Sabe que lo buscan, que quieren matarlo o “sembrarle” cadáveres para mandarlo a prisión. José Manuel Mireles Valverde, no ha vuelto a dormir de manera continua, tampoco sabe lo que es el reposo, ni mucho menos un sueño reparador. Hoy está aquí, mañana no sabe.
Así es la clandestinidad. Cuando el gobierno nombró a Alfredo Castillo, Comisionado para la Seguridad en Michoacán, mejor conocido como “el Virrey”, surgió la esperanza, algo que fue diluyéndose lentamente en la ingenuidad de quienes creyeron que la solución a la inseguridad vendría del gobierno.
La supremacía, control y dominio de los Caballeros Templarios en Michoacán sigue intacta. Servando Gómez Martínez “La Tuta”, sigue libre, extendiendo sus redes de corrupción en los distintos gobiernos. Las extorsiones y los secuestros son cotidianos, las ejecuciones diarias, el robo de huertas, ranchos y casas habitación, masivo.
“Aquí, casi nada ha cambiado”, dice de entrada el presidente del Consejo de Autodefensas de Tepalcatepec, mientras el gobierno entrega armas, uniformes y camionetas nuevas a las autodefensas registradas para conformar la nueva Fuerza Rural, algo que ha provocado un nuevo fenómeno, el surgimiento de las “buenas y malas” autodefensas.
Viste pantalón azul marino, camisa polo blanca, sandalias color café. Se quita el sombrero, pasa los dedos de la mano derecha por su cabello cano, respira profundo y lanza la primera frase como un dardo necesario ante la persecución gubernamental que sufre: “No he hecho ninguna cosa para ser detenido, solamente hablar de las pendejadas que hace el gobierno, de las injusticias de la justicia. Si eso es un delito, pues entonces sí”.
El juez de Distrito en Turno en el Estado de Michoacán con residencia en la ciudad de Morelia, le acaba de conceder un amparo. Se trata de una suspensión provisional contra delitos no graves, aunque espera que contesten que no hay acto reclamado, es decir, que no existe una orden de aprehensión o presentación en su contra, ya que dice, no tiene nada que ver con en el asesinato de cinco hombres en Caleta.
A pesar de las amenazas de muerte, el acoso, hostigamiento y el uso en su contra del aparato mediático cercano al poder gubernamental, el doctor Mireles suelta la primera advertencia:
“Mientras haya gente sana en este movimiento, mientras tengamos pueblos sanos y limpios, mientras tengamos coordinadores generales que lo único que deseamos es mantener limpio de crimen organizado el estado de Michoacán, el movimiento de las Autodefensas va a seguir existiendo. No le vamos a parar. Nadie puede parar este movimiento, así como no han parado el movimiento de Javier Sicilia, el de Isabel Miranda de Wallace, o Alejandro Solalinde que sigue apoyando a los migrantes”.
— ¿Será muy difícil desarmar este pueblo?
— Ya no nos vamos a desarmar. No nos van a desarmar porque no confiamos en que el gobierno resuelva la situación de inseguridad que hay. Las vamos a tener listas por si vuelven más cárteles a adueñarse de nuestras vidas. Los vamos a sacar a chingadazos, a quien venga.
Por eso les estorbo a mis propios compañeros, los que tienen otra intención, porque sigo declarando que nos vamos a chingar a los criminales donde se encuentren, no le hace que traigan la camiseta de nosotros, la camiseta puesta de Autodefensas. Por eso les estoy estorbando, porque ellos traen otra dirección, no traen la dirección por la que nació el movimiento. Mientras haya gente sana en este movimiento, mientras tengamos pueblos sanos y limpios, mientras tengamos coordinadores generales que lo único que deseamos es mantener limpio de crimen organizado el estado de Michoacán, el movimiento de las Autodefensas va a seguir existiendo.
Le guste o no le guste al gobierno federal o al gobierno del Estado. Mientras ellos no vengan a hacer su trabajo al 100 por ciento, lo vamos a seguir haciendo nosotros. Yo ya no tengo a quién me maten en esta casa, nomás me queda mi viejo de 81 años de edad o les quedo yo. Por eso, yo decidí como quiero morir. No quiero que vengan por mí y me lleven amarrado y me hagan pedazos por ahí”.
El viento provoca el aroma dulzón del ciruelo plantado al final del patio de esta casa. Una red colocada de manera improvisada ayuda a resguardar la fruta madura que va cayendo, contrario a lo que sucede con el otro árbol que suelta piezas constantemente: “Allí cayó otro mango, ahorita voy y lo recojo para comérmelo”, dice riendo, sin perder el buen humor.
Médico cirujano, egresado de de la Universidad Michoacana San Nicolás Hidalgo, Mireles tiene 55 años y ocupó varios cargos en el Partido Revolucionario Institucional y luego invitado por Leonel Godoy fue candidato al Senado por el Partido de la Revolución Democrática. Su experiencia en la política le permite decir ahora que no le interesa volver a ese mundo, “nunca más”.
A la medicina volverá en unos días. Lo espera su plaza de médico en el Centro de Salud del pueblo, luego de la incapacidad laboral que recibió después del accidente aéreo. Le quedan menos de cinco años para jubilarse y quiere terminar ese ciclo.
Por ahora, su preocupación es otra. Está seguro que lo quieren matar, unos y otros. Ha sufrido la traición de sus propios compañeros. Y por si fuera poco, pretenden detenerlo. Se los comunica a sus seguidores: “Hay versiones de que el gobierno de la República tratará de hacerme lo mismo que a Hipólito Mora. Me quieren encarcelar injustamente, por algo que no hice”.
Hace recuento de sus batallas y niega haber ordenado o participado en la matanza de esos cinco hombres. Asegura que en los ataques siempre va por delante: “Yo fui el que encabece el levantamiento en Aguililla, de la Huaje, Tancitaro, de la Huacana y Churumuco, de en Nuevo Urecho y Tingambato y también en Tumbiscatío cuando fuimos a Arteaga. Yo jamás mandó avanzar a nadie, yo voy a la cabeza. Yo no ordené el avance a Caleta, ¡Ni madres!
Y recuerda el episodio:
“Yo le dije al comisionado de aquella zona, al Comandante Valerio: “¿Quién ordenó el avance? Y me dijo que `El Plátano´ les dijo que yo lo él había autorizado. Y yo les dije: `Ni madres, a mí no me metan en sus argüendes. Yo nunca autorizo avances. Yo los encabezo´”.
Al investigar, descubrió que la intención de su anterior escolta, Estanislao Beltrán, “Papá Pitufo” era tenderle una trampa: “Resulta que Papa Pitufo es el que le llevaba las camisetas y la comida a los que él puso para que no dejaran avanzar a los de Caleta hacia Lázaro Cárdenas”.
El doctor Mireles asegura que el asesinato de los 5 ocurrió a las cuatro y media de la tarde y él llegó al lugar de los hechos hasta las seis. Cuando vio que tenían 18 detenidos les preguntó:
— ¿Ustedes de dónde son?
— Somos de Lázaro Cárdenas y La Mira
— ¿Y qué están haciendo aquí?
— Papá Pitufo solicitó a la Marina que nos protegiera porque los de Caleta nos querían atacar”.
El doctor Mireles fue armando el rompecabezas: “Cuando recibí la llamada de auxilio, todavía en mi inocencia quería poner barricadas en La Mira y Playa Azul para proteger a mis amigos que estaban en Arteaga para cuando entráramos juntos a Lázaro Cárdenas. De hecho, un día anterior de ir a la Costa, estuve en Arteaga con Pitufo, Viagras, el Cinco y con El Burro, hubo un evento social y participé como orador. Les dije que había que integrar el Consejo Ciudadano de Autodefensa. La mitad era gente de `La Tuta´ y pura Familia y la otra mitad era el pueblo. Un señor me llevó 18 escrituras de propiedades que le quitó `La Tuta´”.
La gente se congregó rápidamente en el lugar y encabezó con su gente la inspección de los lugares señalados por los vecinos como gente que servía a los Templarios:
“Un vato vino a reclamarme por qué me metía a esculcar la casa. Yo le dije: “Con el mismo derecho que has tenido tú y tu gente, de ir a mi casa y matar a mi familia y dejarme las cabezas en la puerta de la casa… Si yo en este momento compruebo que usted es Templario, hasta le quemo la casa. Y no le dejo ni un pinche tabique parado. Eso es lo que andamos buscando. Limpiar el estado de Michoacán”.
Añade: “Me iba a golpear, llegó una señora y dijo: “Para que se hace pendejo el señor, si él es el que le cuida las cantinas a `La Tuta´ en Arteaga”. Le pregunté a la señora que cómo sabía y me contestó: “Porque yo soy dueña de una cantina y por culpa de este hijo de la chingada me la cerraron y todas las demás, para sólo dejar abiertas las cantinas de `La Tuta´”.
El doctor Mireles, intervino: “Todos estos de acá yo sé que no son gente de la Tuta, pero les pido que en este momento me señalen a todo el que trabaja para `La Tuta´ y en este momento lo cuelgo”. Y todos los que estaban protestando, ya no dijeron ni una palabra más”.
Además cuenta que todavía creía en “Papá Pitufo” y Alberto Gutiérrez, “El Cinco” y les dijo sus planes: “Les conté que tenía una reunión con comunitarios a las 9 de la mañana en Aquila y otra a las 11 en Pomaro y la siguiente a la 3 de la tarde en Caleta.
“Salimos a las 5:30 de la junta de Pómaro y escuché en la radio de mi camioneta: `Alerta, alerta, nos están balaceando en Caleta de Campo´”. Yo traía mis dos escoltas y otra más de Buenavista y se me unió otro escolta en Pomaro, ya llevaba cuatro. Y me fui. De la carretera de Maruata a Caleta es hora y media. Llegando a Guagua, me pararon unos comunitarios para acompañarnos. Ya llevaba seis camionetas. Al llegar a Caleta ni me dejaron pararme, nomás me dijeron: `Adelante, doctor, siga, los están atacando´. Y se me pega otra camioneta. Ya eran siete. Llegué a Zuquiapan donde estaban los muertos. Yo no los vi, nomás me dijeron: `Allí hay tres muertos en esa camioneta y hay otro más arriba´. Yo pregunté por `El Plátano´, coordinador de Caleta y me dijeron: `Fue a perseguir a unos cabrones y tienen rato echándose balazo´. Y yo que me pelo para abajo. Brinqué Chuquiapan y Chucutitán y me fui de paso hasta Playa Azul y La Mira. Y no vi nada. No vi, ni enemigos, ni amigos. Entonces de allí me regresé. En el Bejuco, me dijeron que estaba `El Platano´ atacando a unos Templarios que agarró. Les dije: “Sí lo ven, díganle que lo espero en la barricada de Chuquiapan”.
El doctor Mireles llegó al lugar hasta las seis de la tarde, el ataque ya había sucedido: “Cuando llegué vi que tenían 18 personas amarradas, los 3 muertos en la camioneta y me dijeron que se habían llevado otro en una ambulancia y murió en el camino, más el del cerro, cinco muertos”.
Mireles Valverde interrogó a los detenidos y uno se declaró como hermano del “jefe de plaza” y nos dijo que el coordinador de Chuquiapan era templario. Fueron a traerlo y él señaló a otros. Después se hizo un grupo más grande de detenidos y yo personalmente hablé con cada uno. Todos eran templarios, hasta los chiquillos, ninguno era de Chuquiapan”.
Continúa con su relato: “En eso nos dicen: `Viene Pitufo bajando por el cerro y trae 100 camionetas, 36 ministeriales de Michoacán y camionetas de la Policía Judicial Federal y del Ejército Mexicano´. Pensé que nos venía a apoyar, pero llegaron hasta el otro lado y alcancé a oír que les decía: `Usted diga que todos los muertos y detenidos son de Chuquiapan´. En eso los interrumpo y les digo: “¿A quién le van a decir? y me contestan: `a la policía´”.
Molesto, el doctor Mireles le reclama: “Pitufo, llegaste a las 11:30, cabrón. Con toda esa escolta que traes yo me vengo por Arteaga y es una hora. Tú no venías a proteger. Y me contesta: `Fue un pleito entre dos pueblos: Chuquiapan y Caleta´. Y yo le dije: `Ni madres, todos son de Lázaro Cárdenas´. Y que me regreso y dijeron que iban a matar a `El Plátano´, acusándolo de ser el responsable. Cuando lo vi me dijo: “Médico, écheme la mano, éstos nos quieren embarrar”. Me dijo Valerio que tú le dijiste que yo había ordenado el avance y tú sabes que nunca en mi vida he ordenado un avance, que yo encabezo los ataques”.
Por lo sucedido, se inició una investigación judicial. Cuenta el doctor Mireles que Papá Pitufo llevó testigos para intentar involucrarlo: “Todos se contradijeron. Cuando a mí me quisieron embarrar no les salió. Ni madres, a mí no me enreden en sus arguendes, no me metan en sus pendejadas. Yo acudí porque escuché en el radio una llamada de auxilio. Aquí en Michoacán las cosas cambian, cada cinco segundos. Yo sigo sintiendo afecto por Papá Pitufo, por la ayuda que me brindó. El dolor más grande que tengo es saber que “El Americano” firmó el acta, porque éramos muy amigos, aunque ya me informaron que protestó ante el Comisionado por lo que me están queriendo hacer.
— ¿Desde cuando lo quieren eliminar?
— Desde el principio. Me dieron 24 horas de vida.
— Ahora el gobierno ha logrado su cometido: dividirlos
— No estamos divididos, ahora hay una autodepuración.
— ¿Y a quién le conviene esa división?
— Al crimen organizado y al gobierno federal que tiene que dividir para poder vencer. Juntos no nos pueden hacer nada. Pero ahorita con grupos diferentes. Aquellos, “Papá Pitufo”, “Viagras” y “Cinco”, traen gente súper armada, andan como los Templarios, la Familia y los Zetas. Andan idénticos, las mismas armas, las mismas carrilleras, todo. Nosotros empezamos con pistolas. Mi escolta trae un rifle 22. Esas son las súper escoltas que yo traigo. Mi miedo es un cazador solitario, que se emparejan en la calle en una moto, te vacían una pistola y se van. Y tu muerte va a quedar impune, como la que hay ahorita en Aptazingán. Hay 4800 huérfanos, 2000 viudas, sin ayuda social.
— ¿Con cuánto territorio cuenta?
— El 70 por ciento. Toda la costa michoacana y la meseta purépecha, hoy mismo vino otro municipio a incorporarse con nosotros. Y vamos a seguir agregando gente”.
Sin conocer los planes exactos del gobierno de Enrique Peña Nieto y su Comisionado Alfredo Castillo, el doctor Mireles, le sorprende que pretendieran desarmar sólo a las autodefensas y no a los templarios u otros miembros del crimen organizado.
Durante los últimos meses, señala que Castillo no les permitió avanzar en ciertas zonas de los Templarios: “Si eso hizo, es porque Castillo también es templario. Se alió con los criminales”.
Explica que tanto Papá Pitufo, como El Cinco, son ex templarios y ex La Familia, algo que definitivamente fue modificando el rumbo del movimiento armado civil, porque supuestamente crearon el llamado Cártel H3.
“La gente que empezamos el movimiento con un objetivo noble no estamos de acuerdo. Soy su enemigo porque todo el tiempo estoy declarando que nosotros vamos a combatir a los templarios y al resto de los criminales donde se encuentren, aunque traigan nuestra camiseta o cualquier camiseta. Nosotros ya sabemos quiénes son.
— Al Cinco lo corrieron de Tepeque por haberse unido al cártel H3.
— Ya hay negocio con Castillo. Sé que en la casa de la mamá de “La Tuta” cuando entramos a Arteaga, los Viagras, Burro, Pitufo y Cinco, sacaron 30 millones de dólares en un fondo que estaba allí en la cocina. Me dicen que le dieron 5 millones de dólares a Castillo, porque dice que él quiere ser el gobernador del Estado de México y tiene que juntar fondos desde ahorita. No me consta, pero desgraciadamente todo lo que digo desde hace 14 meses, de lo que me cuentan la gente que estuvo allí, sale cierto, como lo de Chucho Reyna que ahora está preso y algunos presidentes municipales que ya están presos y algunos senadores y diputados que todavía no los exhibimos, pero andan detrás de ellos”.
— ¿Cree que Castillo lo quiere eliminar y que fue el responsable de su destitución?
— Claro, a mí me habló un contacto que tengo y me dijo: “De la oficina de Castillo están saliendo las actas para destituirte”. Es represalia por lo que le estoy diciendo a Peña Nieto: ‘queremos hablar contigo, porque los interlocutores ya agarraron línea, ya andan en otro lado’. Y como hay muchos miles de millones de pesos, allí están. ¡A huevo!”.
El doctor Mireles aún camina con dificultad, se baja de la camioneta, sus escoltas ya lo esperan. Entra a su casa e insiste: “Aquí vino gente de Tancítaro con documentos para demostrarme que ‘Los Viagras’ secuestraron a mi papá y a mi hermano hace 3 años. Me dijeron que les pidieron 3 millones de pesos y la huerta de aguacate 27 hectáreas”.
Y añade: “Necesitamos que Castillo se vaya y se lleve a todos los criminales que andan con él. No me refiero a su personal, sino con la gente que tiene los más negros antecedentes en Michoacán. Él lo sabe. Se lo ha dicho mucha gente”.
— ¿Y el gobernador Fausto Vallejo?
— El gobernador no es nadie ya. El que hace todas las funciones de gobernador es Castillo, él le da en la torre a un sistema político que por corrupto y vendido con los criminales, así estamos”.
— ¿Y ahora con el desarme de las autodefensas los Templarios tienen más poder?
— “Los Templarios son más fuertes, todavía manejan muchísimo capital, muchísima gente, todavía manejan capitales del estado de Michoacán, a los cuales Castillo no nos ha dejado entrar. Es lo mismo que dije con Chucho Reyna, que es templario”.
— ¿Usted cree que Papá Pitufo, los Viagras y el Cinco ya se vendieron al gobierno?
— Claro, si no, ¿quién les da dinero?. Traen camionetas, son dueños de siete u 8 huertas de aguacate, de limón, y no tenían ni un pinche árbol en su casa. No tenían ni una bicicleta y ahora son dueños de 12 trailers, bajando fierro para ‘La Tuta’ en Lázaro Cárdenas”.
A veces, a pesar de andar en batalla todo el día o diseñando estrategias como ahora, el doctor Mireles necesita ir al monte, volver a su huerta de mangos, cazar venados. Baja de su camioneta, se encamina a los cajones de mango y uno de sus ayudantes le ofrece un mango en pedazos. Empieza a comer con deleite la fruta. El mango Tommy Atkins, es dulce y jugoso. Durante años su familia se ha especializado en ésta y otras especies .
Mientras cosechan, su escolta se recuesta en una hamaca. El doctor Mireles come varios mangos. Se lava las manos, camina entre los grandes árboles con copas que alcanzan hasta diez metros de circunferencia y ofrecen una placentera sombra con una dulce fragancia que impregna toda la zona. Reflexiona sobre la forma en que se desintegró su familia, cómo prefirió irse quedando solo, para protegerlos. La guerra los separó. Y confiesa que en los últimos meses ha pensado mucho en la muerte, ya sin temor.
Con un tono de profunda tristeza, dice: “A lo mejor, yo ya no tengo familia a quién yo le duela, lo que sí te garantizo es que a mi niña la más chica sí le va a doler. Se moriría si me llega a pasar algo, a esa sí le duelo en todo su corazón”.
— ¿No preferiría estar con sus hijos, con sus dos nietos?
— Pienso en ellos todos los días. Y porque pienso en ellos voy a seguir.
— ¿A pesar de todo lo que le está pasando?
— Sí. México tiene que cambiar. Si no le tuvimos miedo a los que nos estaban haciendo daño, menos le vamos a tener miedo a los gobiernos que vengan a perseguirnos. No estamos cometiendo ningún delito contra la nación, ni contra un civil, nomás nos estamos defendiendo. La legítima defensa es un derecho constitucional”.
— Es decir, ¿ahora hay autodefensas buenos y autodefensas malos?
— Están los que ya se corrompieron y nosotros, los que empezamos el movimiento seguimos de perros porque tenemos nuestra conciencia limpia y tranquila. No nos desviamos. Ha habido muchas ofertas.
— ¿Del gobierno?
— No, esos cabrones no dan ni agua.
— Entonces ¿de quién?
— Una vez en Aguililla, unos empresarios chinos me dijeron: “Doctor, le damos un millón de dólares ahorita”. Yo les contesté ¿A cambio de qué? Y me dijeron: “Queremos la absoluta garantía y seguridad de usted para que nada más nosotros seamos los que explotamos las minas”. Les dije: “No señor, si usted me quiere regalar algo a mí, regáleme una ambulancia eso es lo que ocupo y no es para mí, sino para el pueblo”.
Y sigue su relato: Un jefe de los más serios se le queda viendo y le dice: ‘Los hubieras agarrado’. Yo lo respeto mucho y lo quiero porque es de los pocos que ha dado la vida por los demás. Le mataron a su hijo, lo secuestraron. El señor anda dolido. Es muy valiente. Todos los que andamos en esto estamos dolidos porque ya nos chingaron la vida en la casa. ¿Nos vamos a vender por un millón de dólares contra chinos extranjeros? No jefe, le dije.
— ¿De dónde viene el dinero que financia a las autodefensas? Algunos dicen que viene de los ganaderos, terratenientes de Michoacán, que viven en Estados Unidos…
— No. Aquí en Tepalcatepec, el dinero viene de toda la gente del pueblo. No hay una fuente de financiamiento.
— ¿Entonces de dónde sacan tantas armas?
— Todas las armas nos las dejaron los criminales. El domingo 24 de febrero del año pasado empezó la lucha, el lunes 25 de febrero hallamos en un rancho aquí cerca, tres tambos con 60 cuernos de chivo cada tambo. “Papa Pitufo” presentó las 300 armas que agarraron en una sola casa en La Fragua, en Antúnez para arriba. Así es como nos hemos armado.
— Algunos tienen 4 o 5 armas… ¿cómo?
— Mira, yo sólo compré una arma, me costó 40 mil pesos, traía un solo cargador que por cierto nunca he podido encontrar otro cargador. Ya la registré ahora sí puedo hablar de ella; otra me la regaló el amigo de un general, también la registré. Son las únicas armas que tengo, aparte de la 22 y la escopeta que uso para la cacería. Son armas deportivas, no son de asalto, no son metralletas ni ráfagas ni nada. Pero toda la gente trae puros fierros viejos, porque cuando empezó el movimiento desenterraban sus riflitos, la gente de los cerros venía a la Ganadera a vender sus armas. Cuando les preguntaba la razón, me contestaban: “porque no tengo para las tortillas, jefe”. De valer poquito, con la gran necesidad que traíamos todos de traer buenas armas.
— Y La Tuta, ¿dónde anda?
— En su casa bien a gusto, en Arteaga. Ya anda tranquilo, con estos cabrones de coordinadores ya no le van a hacer nada, más bien, están para protegerlo no para chingarlo.
— ¿Sigue siendo el amo?
— Exactamente, por desgracia, sigue siendo el amo.
— Si ya agarraron al Chapo, ¿cómo es que no pueden detener a la Tuta?
— Así es. Y lo peor es que los Templarios siguen creciendo en fuerza, mientras tengan dinero. ¿Tú crees que las 300 personas que traen los Viagra son voluntarios? Son puros especialistas en lo que andan haciendo y no andan gratis. ¿Quién les paga? Ellos.
— ¿Y a ustedes?
— Nadie. La humilde que anda con nosotros anda gratis. Hay días que no comemos. Hay días que no alcanzamos ni para un pan. Todos nosotros. Cuando me dicen: “Oiga Doctor queremos que venga”. Yo les digo: “Sí, como no. ¿Me van a invitar a comer?”. Y llego antes de las dos para comer bien. Nos damos unas atragantadas porque a lo mejor al día siguiente no habrá comida. Y así andamos. En todos lados. Ando pidiendo para la gasolina. Cuando nos piden que vayamos a algún pueblo, luego les digo: “échenme la mano” para llenarles el tanque a mis compañeros. No tenemos dinero”.
Orgulloso, con la dignidad muy en alto entra al pueblo a comer birria tatemada de chivo. La gente se le acerca, lo felicita, le pide que se cuide, le desea lo mejor, le dan la bendición y lo encomiendan a Dios. Vuelve a su casa, necesita descansar un rato. Añade:
“Nadie me puede decir que me he vendido. Ésta es mi casa. Humilde. Mi camioneta roja la compré en el 2004, la negra la compré en el 2012 y la guerra empezó en el 2013. La que traigo ahorita la saqué ayer financiada con crédito de Bancomer.
— Y ¿Peña Nieto?
— No ha contestado. La única respuesta que hemos recibido es lo que está haciendo Castillo, una represalia. Siento que si va a contestar. Tengo fe. Por muchas razones, porque el planteamiento no lo hice yo solo, tengo el apoyo de Javier Sicilia, Isabel Miranda de Wallace, el padre Alejandro Solalinde, Jaime García “El Bronco”, Ruffo, el General Gallardo, Martha, Mario, Mexicali, Baja California Norte, Quintana Roo y Oaxaca, tengo el apoyo de mucha gente. Vamos a usar una camiseta que diga: “Yo soy Autodefensa”. Es la forma en la que vamos a continuar nuestro movimiento a nivel nacional”.
Por lo pronto, el doctor Mireles volverá a ocupar su plaza de médico en este pueblo, aunque necesita más días de reposo porque tiene paralizada la mitad de la cara, debido al accidente aéreo: “Tengo 48 tornillos metidos en la cara. Todo este hueso de la cara me lo sacaron del pie para ponerlo. No puedo abrir bien la boca, tengo toda la dentadura suelta de arriba y abajo, está quebrada toda. Sólo puedo masticar de un solo lado, por el otro se me sale la bebida y la comida porque está todo dormido. Necesito una rehabilitación de dos meses más. Y además soy diabético”.
Sobre su relación con una mujer de 18 años, cuenta que todo fue accidental, fortuito y lamenta el “gran escándalo que se ha hecho” por la diferencia de edad, algo que asegura, en Michoacán no es significativo.
“Ya me habló su mamá para reclamarme. Soy amigo de su papá. Yo era el médico de toda la familia en Estados Unidos. Don Toño tiene 22 hijos allá con la primera esposa, ésta es la segunda con 4 hijos, tres hombres y la más chiquilla es la muchacha. Yo acepté llevármela en el avión porque iba a la Huacana a ver a una prima hermana iba a dar a luz. En ese tiempo no se podía pasar Apatzingán, Nueva Italia o Parácuaro. Ella era “el quinto pasajero”, mi novia, pero ya me reclamó porque le preguntan por el Facebook y ella les contesta y les dice que no es mi novia, pero bueno, allí estamos”.
— El otro día leí en Twitter que alguien decía: “Quiero una camiseta con una foto de Mireles como la del Che Guevara”…
— (Risas)… Lo que me llamó la atención es que sacan una foto de Miguel Hidalgo pero con mi foto con sombrero. Esa es blasfemia, porque Miguel Hidalgo es el padre de la patria.
— ¿Se está convirtiendo en un caudillo, un héroe?
— Yo siento que ese es un peldaño que no me corresponde. Lo digo después de que me caí del avión. Yo sé que Dios me está dando una segunda oportunidad. No sé por qué me la dio. No soy predicador, ni evangelizador, dice mi esposa que nunca fui buen esposo y que nunca fui buen padre, o sea, ¿entonces por qué Dios me dio esta segunda oportunidad? Todavía no sé. Lo voy a seguir investigando. Lo que sí sé, es que voy a hacer con esta segunda oportunidad. Desde el 24 de febrero de 2013, estoy dedicando mi vida entera, a hacer algo por liberar Michoacán de esa gente que tantos estragos hizo en todas las familias y con el contubernio de políticos y gobernantes”.
Fotos: Sanjuana Martínez