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Uarukua, el juego que representa la génesis para los indígenas

El deporte milenario, como los indígenas y su cultura, el Uárukua Ch’anakua (pelota de fuego), es un juego autóctono del occidente de México, específicamente se considera que se descubrió en poblado que hoy se conoce como Jacona, Michoacán.

Este es uno de los primeros vestigios de civilización, hace tres mil años, cuando en lugar de declararse la guerra los hermanos purépechas se retaron a un duelo en una cancha, a muerte, sí, pero muriendo pocas personas evitaron grandes tragedias.

Así nació el juego de la los palos que se golpean y que van sobre una pelota de madera encendida: ¡Uárukua!, la etimología remite a la onomatopeya indígena que trata de imitar el golpe seco de las ramas de tejocote cuando chocan una contra otra.

El verdadero surgimiento de la pelota de fuego se pierde en la memoria histórica y colectiva. Pero en la tradición purépecha es la génesis de la creación, la aparición de los elementos sobre la tierra y el surgimiento de las deidades que conocieron a los primeros hombres, es también la concepción del sol, la finitud del tiempo medido en ciclos por el día y la noche, la creación del espacio que se puede conocer en orientación de los cuatro vientos, es la creación.

En el documento “La Relación de Michoacán” está recreado un pasaje mítico de la muerte del sol, la noche y el nuevo nacimiento, son las deidades siempre presentes en la tradición indígena, presentes también el juego de pelota encendida.
Vladimir Silva, maestro de educación física en una primaria al norte de Morelia, indígena de nacimiento y de convicción, es uno de los principales difusores y preservadores de este juego autóctono.

“Nos fue legado por la cultura de Turutarán: es una de las manifestaciones más antiguas de los indígenas, donde el símbolo más importante es el fuego, elemento que para los purépechas era una manifestación del Gran Dios Curicaveri o Curicaueri, la gran hoguera”.

Se considera a Curicaueri una de las deidades más importantes, el sol es conocido como hijo de Curicaueri y muere todos los días en el poniente al ser víctima de la noche, siendo desterrado por el Sol joven o Curicaueri nieto. De esta forma se conjuga la trinidad del fuego, la cual se interpreta de forma análoga con tres estrellas de la constelación de Tauro: Aldebarán, Beta y Gama. En el firmamento las tres estrellas asemejan la paráhtacuqua, el cual es un instrumento que utilizaban los purépechas para encender el fuego.

En Ihuatzio, en la explanada que se extiende entre las yacatas edificadas al sol y la luna, se jugaba este juego como una actividad multitudinaria, mientras cientos de jugadores lo practicaban, desde lo alto en los andadores de las calzadas laterales, los comandantes de los ejércitos uacusecha, del gran chichimeca, observaban el juego, ellos veían cuales jugadores podrían ser los mejores guerreros gracias los dotes de fuerza, estrategia, inteligencia, resistencia o liderazgo.

Este juego se ha conservado gracias a la tradición oral gracias a los papas, los abuelos y los papas de ellos que lo han venido jugando. Con diferentes nombres y en diferentes canchas, ha perdurado en muchas comunidades, en algunas se juega en las plazas comunitarias, en otras en lo ancho de una calle, alrededor de una manzana, e incluso alrededor del caserío de una comunidad.

Pero también se ha dejado de practicar, de acuerdo a Vladimir Silva, las mismas escuelas de educación básica han causado que poco a poco se pierda esta tradición al poner como juegos principales otros deportes, entre ellos el básquet o el futbol, desplazando los juegos ancestrales cargados de grandes significado, relacionados incluso con la historia indígena.

9 marzo, 2019
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