El amanecer es frio, aún sin sol. El tronco del Oyamel parece tener una “coraza”, las mariposas lo llenan, apiladas una a una de arriba abajo. Las ramas se doblan por el peso de los racimos de monarcas que a simple vista se camuflaran con el paisaje.
Comienzan a pegar los primeros rayos del sol y el color naranja de las alas de las primeras que despiertan se distingue entre las demás. Abel, es el comunero encargado de del Santuario del Rosario en el municipio de Ocampo en Michoacán y tras una inspección junto a sus compañeros guías, decide cambiar los senderos para que los turistas puedan observar mejor el espectáculo.
Comienza marzo y ya casi es tiempo de regresar a casa; la temporada de hibernación se está terminando y las mariposas lucen más activas, con poca luz solar hay suficiente calor para volar; los racimos se “rompen” y el cielo se convierte en naranja, además, el ruido del aleteo envuelve a quien lo escucha. Las flores se llenan de mariposas, las cuales, además, se acercan a beber agua formando una “alfombra” naranja.
Abel y los guías terminan de modificar el sendero: “Aquí será el sitio de observación ahora, de un día a otro la mariposa se movió, ya casi se va”.
Durante la tarde, en Sierra Chinchua, el santuario ubicado en el municipio de Angangeo, la mariposa vuela y regresa a sus racimos, el calor ya no es suficiente y es hora de dormir. La colonia se encuentra en el bosque en una especie de cañada y desde lo alto del camino se pueden observar a poca distancia.
Cerca de ahí los ejidatarios y comuneros ofrecen servicios de caballos para los visitantes ya que el tiempo en llegar es hasta de 40 min.
La Reserva de la Biosfera de la mariposa monarca comprende 58 mil hectáreas en la zona Oriente de Michoacán con su frontera con el Estado de México, con zona núcleo y de amortiguamiento. La monarca viaja a México desde Canadá y Estados Unidos durante noviembre, en Marzo regresa al norte.