Ambiente


Una pequeña comunidad mexicana detiene la construcción de una hidroeléctrica en Oaxaca

Ecoosfera

Santa Úrsula es una pequeña localidad del estado de Oaxaca, México, de apenas unos mil habitantes. Esta comunidad comenzó a luchar desde el 2010 en contra de la construcción de una hidroeléctrica en el lugar,  de 15 megavatios, y que estaría situada adyacentemente a la represa del Cerro de Oro.

Antes, en 1989, la represa del Cerro de Oro ya había causado que unas 26 mil personas de la zona fuesen desplazadas para su construcción. Así, los habitantes de Santa Úrsula ya conocían las implicaciones de este tipo de proyectos, que finalmente, a las personas que suelen beneficiar poco es a los habitantes próximos y dueños de las tierras.

En el caso de la hidroeléctrica, la comunidad de Santa Úrsula comenzó a preocuparse cuando se inició una exhaustiva tala de árboles de unos dos kilómetros. Para alimentar las turbinas, se hicieron detonaciones al interior de las rocas para hacer un túnel y por estas explosiones se cuartearon algunas viviendas. A partir de estas últimas, los habitantes comenzaron a notar también contaminada el agua de su río, lo que insinuaba que los manantiales de la montaña podrían haber sido afectados, mismos que alimentaban a unas dos mil personas.

Cuando habitantes de Santa Úrsula investigaron más, los miembros de la comunidad repararon en que la construcción de la hidroeléctrica únicamente generaría empleos para los habitantes durante los tres años en que se prolongaría la construcción; después, la electricidad generada iría a parar a otros estados de México.

Los habitantes no están en oposición a la generación de energías limpias como lo advirtió Federico Cohetero, miembro de la comunidad:

“Sabemos que la energía limpia es importante”, añadió el agricultor Cohetero. “Pero, ¿qué caso tiene decirse ‘hay energía limpia’ pero a cambio de eso están matando un arroyo?”

La visión de Cohetero, aunque para algunos podría parecer simplista, en realidad devela una mentalidad que occidente ha omitido y ha llevado al colapso ecológico en el que nos encontramos. Todo está unido, la muerte de un arroyo implica una cadena de efectos, cuyo mensaje es más profundo que la, aparentemente, simple muerte de una arroyo.

Luego de constantes protestas, que se han replicado desde 2010, la comunidad logró que Overseas Private Investment Corp. (OPIC), una de las principales inversoras, luego de visitar el lugar, desistiera del proyecto.

El modelo de desarrollo actual ha privilegiado la supuesta modernidad por un sistema que pareciera llevar al colapso al medio ambiente. Es curioso, pero la ideología de estas pequeñas comunidades es necesaria para que el mundo pueda seguir funcionando sin una tragedia de por medio.  De esta manera, más allá de los casos particulares, la comunidad vs las hidroeléctricas, se trata de un paradigma que evidentemente tiene que ser rebasado por una ideología distinta que el “desarrollo” promovido hasta hoy. Por ello, la cancelación de este proyecto, se trata de una pequeña victoria para todos.

5 febrero, 2015
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